Este próximo fin de semana se celebra uno de los días más señalados en el calendario mexicano, la festividad del Día de Muertos. Es una celebración de origen prehispánico en la que cada 1 y 2 de noviembre se honra a los difuntos.
Mexicas, mayas o totonacas establecidos por todo el país ya honraban a sus difuntos. Un sinfín de festejos con múltiples rituales suponían un festival de transición de la vida a la muerte. Y debido a esta riqueza prehispánica y cultural, el culto a la muerte hoy en día se ha convertido en una tradición de unidad y festejo en todo México.
La muerte
El tema de la muerte que en muchas culturas genera miedo, confusión o curiosidad, en México se plasma en una bella festividad llena de luz para celebrar y honrar a los difuntos. Las almas de los seres queridos regresan a la tierra para volver a pasar tiempo con los vivos, para acompañarlos y para que puedan volver comer y beber lo que a ellos les gustaba. Y para poder festejarlos, se les ponen altares con símbolos y accesorios para poder recibirlos con gran amor y poder disfrutar de sus almas un año más.
Los altares son uno de los elementos más destacados de la celebración. Pueden tener varios niveles, hasta siete, pero en la mayoría de los casos son de dos, que representan el cielo y la tierra,
Otro de los elementos imprescindibles de estos días son las flores de cempasúchil. Son de un hermoso color amarillo intenso y morado, y se cosechan anualmente específicamente para celebrar el Día de Muertos. Cada año aproximadamente se utilizan unos dos millones de flores para la celebración.
Las Catrinas
Uno de los personajes que más se asocia con Día de Muertos alrededor del mundo, son sin duda las famosas catrinas. La figura como tal de la catrina, fue creada y concebida por el caricaturista José Guadalupe Posada en la época del Porfiriato en México (1910).
En esta época hubo muchos textos y escritos en los que se criticaba a la clase privilegiada y la situación que vivía el país. Estos escritos fueron acompañados de dibujos de calaveras y esqueletos, que de forma burlona, criticaban la hipocresía de la sociedad, que vestía ropas de gala o asistían a fiestas a las que solamente podía entrar “gente de alta sociedad”.
La palabra como tal de “catrina” se asoció por ende, a una dama elegante que vestía bien. José Guadalupe Posada apuntó:«La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera». Destacó e hizo hincapié en sus dibujos, en que todos iban a acabar siendo huesos al final de su vida, sin importar su clase social.
Después, el pintor y muralista Diego Rivera, fue quien le dio el atuendo característico (con su estola de plumas y ropas vistosas) a la catrina que conocemos, y que podemos observar en la mayoría de las imágenes actualmente.
En el año 2003, la UNESCO declaró esta festividad como “Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad” ya que representa uno de los ejemplos más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo. También es considerada una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor plenitud de los grupos indígenas que actualmente habitan en el país.
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Ana
Ballesteroshana@gmail.com