Disfrutar de una buena comida o juntarse para una buena bebida se da en muchas culturas. Pero hoy queremos adentraros un poco en la ceremonia del café que es una parte integral de la vida social y cultural en Etiopía.
El origen del grano del café se encuentra en esta parte del mundo, cuna de los cafés más selectos del mundo.
La preparación del «buna» como ellos lo llaman, es un ritual que tiene más de 3000 años de antigüedad. Todo sucede a un ritmo lento y esmerado. La anfitriona generalmente es una mujer, vestida con prendas tradicionales de algodón blanco que le van a rendir un verdadero homenaje.
Se organiza alrededor de un «rekbot” (mueble de caja tipo estantería que sirve como plataforma de preparación) que está dispuesto sobre un lecho de hierbas y flores.
La diferencia fundamental en Etiopía, es que todo el ritual comienza con los granos verdes que se tuestan en el momento en una sartén plana sobre una pequeña estufa de carbón. Una vez que empiezan a abrirse, tostarse y cambiar de color, los granos se muelen en un mortero y empiezan a desprender un aroma inconfundible que se mezcla con el incienso y/o mirra que se queman acompañando siempre la ceremonia para estimular más aun los sentidos.
El polvo del café resultante se mezcla entonces con agua tibia en una vasija de barro de cuello largo, denominada «jebena» y se vuelve a colocar sobre la lumbre hasta que hierva. Posteriormente se deja reposar unos minutos para que se asiente, inclinando la vasija hacia delante. Una vez finalizado el proceso, la mujer sirve el café en pequeños recipientes denominados «cini«. El café, o «buna», puede tomarse con mucho azúcar, o incluso con sal, pero nunca lleva leche. La ceremonia suele acompañarse con palomitas maíz que previamente son espolvoreadas con azúcar.
La tradición dice que hay que tomar tres tazas, la tercera trae consigo una bendición.