Laos, antaño conocido como el “
País del Millón de Elefantes”, es la más enigmática y menos desarrollada de las tres antiguas colonias francesas de
Indochina. Tras permanecer aislado del resto del mundo, hoy en día empieza a conocerse poco a poco. Desde las tierras bajas del
Valle del
Río Mekong a las
montañas escarpadas de
Annam, nos sorprende una de las naturalezas menos dañadas del mundo. En su territorio conviven más de
sesenta etnias que viven como antaño, ciudades históricas repletas de templos y lugares arqueológicos que aún ocultan pequeños misterios.
Vientiane, que en laosiano significa “la ciudad de la luna”, es la capital del país y se ubica a orillas del Mekong. La Provincia de
Luang Namtha, al norte del país, fronteriza con China y Myanmar, posee la
riqueza étnica más grande todo el país.
Luangprabang, en la confluencia de los ríos Mekong y Nam Khan, se caracteriza por sus viejos edificios coloniales franceses, una multitud de
wats (templos de los que permanecen en pie 32 de los 66 que se construyeron antes de la colonización francesa), y por los bonzos de túnicas color azafrán que caminan bajo la sombra de sus paraguas. Ha sido declarada
Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1995.
Pakse, conocida por sus textiles, fabricados a mano en seda y algodón, es un lugar de tránsito para visitar el Plateau des Bolovens, una fértil meseta y centro de la cultura mon-khmer, Kong Island y Wat Phou.
Muang Khoua es el punto de inicio para coger la barca hacia Muang Noi, un pequeño enclave en un paraje de extraordinaria belleza a orillas del río Nam Ou. Muang Sing tiene interés principalmente por el mercado semanal de los domingos. En las montañas que rodean Nong Khiew, se encuentran las famosas cuevas de Pak Ou. Oudom Xay, en las tierras altas del Norte, es un núcleo importante para el comercio con China.